Historia de nuestra Ciudad

Todo cambia cuando en octubre de 1808 Arévalo es tomada por las tropas francesas que estaban al mando del comandante Guerruty sin apenas oposición militar, ya que la mayoría de los hombres se encontraban enrolados en el bando español. En las navidades, se produjeron fusilamientos ante la fachada de Santo Domingo, donde hasta hace pocos años se podían apreciar los impactos, y fueron incendiadas varias zonas de la villa, entre ellas, el barrio de San Pedro, expoliando los monasterio de la Trinidad, el de San Francisco de la Observancia y el Pósito de la Alhóndiga, hoy biblioteca municipal, espacios que nunca se volvieron a recuperar de tan nefastos incidentes.

 

En 1822 se implantan los Partidos Judiciales desapareciendo la antigua jurisdicción de sexmos. Con ligeras variantes, se realizó un nuevo nomenclátor en 1833 y el definitivo de las divisiones provinciales en 1863, aún vigente, con una fuerte segregación de 56 pueblos: la histórica tierra de Arévalo quedó reducida a 59 Ayuntamientos con 28967 habitantes.

Con el reinado de Isabel II, llegan los caminos de hierro y se constituye la «Compañía de los Caminos de hierro del Norte de España», con participación de capital y tecnología francesa. El proyecto consistía en la comunicación de Madrid con Francia por Irún: en abril de 1857 se iniciaron las obras del tramo Valladolid-Medina del Campo. El 3 de septiembre de 1860 circula el primer tren, estando casi finalizadas las obras en el tramo Medina del Campo – Sanchidrián. El 25 de noviembre de 1860 llega a nuestra villa el primer tren de viajeros procedente de Valladolid, compuesto por dos coches de segunda clase, cinco de tercera y uno de equipajes. Fue un verdadero acontecimiento en el que toda la población se dio cita en la estación. El día 1 de junio de 1863, se había llegado a Madrid y en 1866 circuló el primer tren de Madrid a Irún.

El magnífico Puente del Ferrocarril que cruza el río Adaja tras la fortaleza entonces ruinosa y cementerio, fue obra del ingeniero francés Santiago Bergonier, bisabuelo de nuestro paisano Emilio Romero. El año 1898 se pone la vía doble entre las estaciones de Valladolid y Ávila. Hasta la llegada de la máquina de vapor, funcionaron las diligencias de la compañía «La Vitoria-Burgalesa-Castellana», con parada de postas de la línea Madrid-Coruña en la Plaza del Arrabal, en el sitio de «La Bola Gorda» en la fuente del Arrabal que aún hoy se conserva ante la puerta del Arrabal.

Siendo Reina regente María Cristina de Habsburgo Lorena, en nombre de su hijo D. Alfonso XIII, concedió a Arévalo por Real Decreto de 19 de junio de 1894 el título de Ciudad, en atención a su población activa, fabril, administrativa, de servicios y su personalidad urbana, Cabeza de Partido Judicial desde la reorganización administrativa de 1833. Según el Real Despacho de Blasón dado en nombre del Rey D. Alfonso XIII, el 25 de enero de 1905, el escudo de Arévalo se representa con un guerrero armado con casco, lanza y cota de malla que sale de una fortaleza, adornándose con los títulos de Muy Noble, Muy Ilustre y Muy Leal, concedidos por Alfonso VIII por el valor que sus tercios demostraron en la célebre batalla de Las Navas de Tolosa en 1212 contra los musulmanes almohades. El siglo XX representó de nuevo un lento resurgir en la actividad comercial e industrial y un paulatino incremento de la población, basado siempre en la inmigración de gentes de la comarca.

Tras el desgraciado accidente sufrido en la estación de ferrocarril la noche del 11 de enero de 1944, y por la humanitaria labor de toda la ciudad en socorro de las numerosas víctimas, por Decreto del 28 de diciembre de 1945, se concedió la Gran Cruz de Beneficencia con distintivo negro y blanco y el título de Muy Humanitaria, añadiéndose al escudo oficial. Años después, en 1989, con motivo de otro trágico accidente, de nuevo se entrega la ciudad con los heridos: en reconocimiento se instala una preciosa máquina de vapor, monumento al ferrocarril, en el Parque Infantil de Tráfico de la Avenida Emilio Romero, con la siguiente inscripción: “Locomotora de vapor cedida por RENFE a la Muy Humanitaria Ciudad de Arévalo en reconocimiento al ejemplar comportamiento mostrado siempre con el ferrocarril. Arévalo, 21 mayo 1990”.

Junto al lento resurgir comercial e industrial ocurrido en los albores del siglo XX, apareció, auspiciado por los hijos de la burguesía arevalense, un interesante desarrollo del mundo cultural. Personajes de la talla de Ángel Macías, Nicasio Hernández Luquero, Julio Escobar, Marolo Perotas y otros se hizo posible la aparición de cabeceras de semanarios informativos y culturales tales como “El Heraldo de Arévalo”, “La Voz de Arévalo”, “El despertar Castellano” o el semanario “La Llanura”.

Se promovieron grupos culturales tales como La Sociedad “La Esperanza”, El Círculo Cultural Mercantil o El Casino que organizaron actividades musicales, teatrales o literarias que amenizaron durante años la vida de los arevalenses de toda clase y edad.

Mediados los sesenta del pasado siglo, el cine prevaleció por encima de otras manifestaciones culturales: el “Gran Cinema” y más tarde el Cine Teatro “Castilla” fueron dejando al resto como entidades de carácter casi puramente lúdico. A principios de aquella década, hacia 1961, desapareció la última publicación periódica que podría considerarse histórica. Era el mensual “Arévalo”, que se publicaba en las prensas del diario “Pueblo”, y que dirigió nuestro paisano, el maestro de periodistas Emilio Romero.

En los años 80, surgió, aunque su vida fue corta, una nueva manifestación cultural de importancia, la Asociación “El Terral”. Publicó algunos números de una revista que tenía el mismo nombre que aquella asociación.

Desde entonces el lento renacer de nuestro patrimonio ha permitido una progresiva revalorización y recuperación de espacios que afecta a todos los ámbitos. Un camino de progreso que aún hoy continúa, haciendo gala de un legado histórico y artístico, social y cultural que, esperamos, sea de su agrado y disfrute.

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