
Senderos (4)
Iniciamos el recorrido, de unos 20 Km (unas 5 horas) en Arévalo, siguiendo el camino que discurre paralelo a la carretera AV-804. Según nos alejamos del pueblo el pinar adquiere mayor importancia. A unos 5,4 kilómetros cruzaremos la carretera para acercarnos a la vega del río Arevalillo, cuyo cauce apenas lleva agua en los calurosos días de verano. El pino negral o resinero –Pinus pinaster- domina el paisaje acompañado de algún pino piñonero aislado –Pinus pinea-. En la ribera crecen pequeños sauces y matorrales aprovechando la humedad y frescura del río. El sendero continúa por la antigua Cañada Real Leonesa Occidental.
Por el antiguo camino que se dirige a la Ermita del Cristo de los Pinares, llegaremos al límite municipal con Nava de Arévalo. En el cauce se distinguen los restos de una antigua presa de época romana.
Continuamos junto al río hasta que el camino comienza a separarse ligeramente hasta la Casa Forestal. Volvemos a cruzar la carretera y continuamos unos metros por el camino que se dirige al Área Recreativa de Los Merenderos, para girar el primer cortafuegos a nuestra izquierda.
En el pinar el matorral es escaso, destacando las plantas aromáticas como el Tomillo y el Cantueso, y pequeños arbustos como Majuelos y Retamas. Las raíces de estas plantas se introducen en las arenas silicuas que cubren el suelo y ayudan a estabilizarlas, dificultando su transporte por el viento y el agua. Se suceden pequeñas elevaciones y hondonadas de arena que denotan la presencia de verdaderas dunas, hoy fosilizadas, pero activas en los períodos fríos y secos del Cuaternario.
Ruta de interés ornitológico, el sonido de arrendajos, rabilargos, cornejas y urracas nos acompañará durante el camino de regreso. También aquí podremos observar estorninos, gorriones molineros y chillones, pinzones, verdecillos, verderones, currucas, mosquiteros, reyezuelos, mitos, agateadores comunes, alcaudón real y común y pico gordos entre otras aves.
Compartiendo parte del recorrido con la ruta anterior, también de unos 20 Km (unas 5 horas), comienza en Arévalo.
La Senda de los Merenderos nos adentra en La Moraña, cubierta de arenas blancas y brillantes ricas en cuarzo y feldespato. Sobre ellas crece, formando amplios bosques, el pino resinero o negral (Pinus pinaster). Durante los casi 20 kilómetros de recorrido se puede disfrutar de la riqueza y diversidad del pinar, que esconde una interesante diversidad animal y vegetal. Aquellos caminantes que quieran realizar un recorrido más corto tienen varias posibilidades por diferentes atajos.
Iniciamos el recorrido junto a la carretera AV-804 y cogemos la Cañada Real Leonesa Occidental para adentrarnos en el pinar. Muy pronto comienzan a distinguirse las copas de los árboles que limitan la ribera del río Adaja cuyo recorrido remontaremos desde la parte alta del talud.
Sauces, chopos y fresnos dan cobijo y alimento a numerosas aves de ribera como lavanderas, ruiseñores, petirrojos, oropéndolas, pinzones y mirlos. Al final del verano el cielo se cubre de luminosos destellos azules y verdes procedentes del frenético vuelo de los Abejarucos que harán sus nidos aprovechando los taludes.
El camino continúa adentrándose aún más en el bosque. La resinación de los pinares fue una importante actividad forestal que hoy casi ha desaparecido. Su recuerdo queda presente en las caras abiertas de los troncos de los pinos y en los numerosos potes que cubren el suelo.
Junto a ellos se distinguen algunos ejemplares más jóvenes cuyos troncos pareados crecen al lado de esbeltos pinos piñoneros, fáciles de distinguir por su copa aparasolada. Algunas de sus ramas presentan una acumulación anormal de pequeñas hojas en sus extremos llamadas tabernazos.
Así llegamos al Área recreativa de Los Merenderos, muy próxima al río Adaja. desde aquí emprenderemos el camino de regreso por distintos caminos y cortafuegos o bien por la carretera AV-804 para volver al punto de partida en Arévalo.
Saliendo de Arévalo, La senda de la Fuente de los Lobos permite recorrer parte de la inmensa planicie disfrutando del camino y observando algunas de las aves más singulares y amenazadas de Europa, las aves esteparias. Es un sendero circular con una longitud total de unos 14 kilómetros, aunque existen dos opciones de menor duración.
Iniciamos el itinerario en la rotonda de la carretera C-605. En ella cogemos el camino de la izquierda. Una vez en él nos incorporamos al primer camino a la derecha y continuamos paralelos a la carretera, hasta que comienza a desviarse ligeramente para bordear el Campo de Golf del Prado de la Velasco.
Atravesaremos varios campos de labor hasta llegar a la Fuente de los Lobos. Desgraciadamente, la fuente que da nombre a esta ruta desapareció en la última ordenación de fincas motivada por el Plan de Regadío de “Las Cogotas” al ser incluida dentro de una tierra de labor.
El camino de retorno discurre entre campos de labor salpicados por pequeños pinares aislados. Un ramal del recorrido nos acercará hasta el arroyo de Palacios Rubios. Desde aquí se divisa la ermita de Santa María de la Lugareja, joya y enseña del mudéjar morañego y arevalense.
La aparente monotonía de la llanura cerealista esconde uno de los ecosistemas más sorprendentes de las tierras castellanas. La agricultura de secano, que durante años se ha desarrollado en sus suelos, ha contribuido a generar un interesante ecosistema con una gran diversidad de aves y mamíferos que encuentran, en los cultivos abandonados y en las lindes de caminos y parcelas, abundante alimento y excelentes refugios. Además de cereal se cultiva maíz, girasol, patatas, hortalizas y alfalfa entre otros.
Entre los cultivos las aves esteparias se mimetizan confundiéndose con la arena y la hierba seca. Podremos observar sisones, gangas ortegas, alcaravanes, perdices rojas, calandrias, terrenas comunes, bisbitas campestres y cogujadas montesinas entre otras. Aunque no existe ninguna población estable de avutarda en la zona, es fácil distinguir algunos ejemplares aislados o en pequeños grupos que buscan alimento en estos campos.
Esta ruta comienza en Arévalo, en la ermita de la Caminanta. Es un recorrido cíclico que cubre unos 11 Km de unas 3 o 4 horas de duración.
Cruzaremos la carretera para continuar por el camino asfaltado. El recorrido prosigue sobre el talud que los ríos Adaja y Arevalillo han excavado en las arenas, dejando al otro margen del río Adaja la impresionante figura del Castillo de Arévalo.
Sobrepasamos la autopista A6 por un paso dejando a nuestra izquierda el actual monasterio Cisterciense de Santa María la Real “La trapa” para continuar hacia el Norte. A través del paso subterráneo, cruzaremos la línea de ferrocarril Madrid-Irún que cruza el término municipal de Arévalo de Este a Oeste para adentrarnos en los pinares negrales o resineros.
La corteza agrietada de los árboles más añosos muestra las cicatrices de la resinación, proceso por el que se obtenía resina o miera de sus troncos. Junto a estas marcas se repiten los agujeros producidos por el Pico picapinos. Los agateadores y trepadores azules recorren vertiginosamente sus troncos buscando insectos de los que alimentarse.
Pequeños bosquetes de pinos se suceden hasta que la masa forestal se hace más tupida. En la vertiente opuesta del río se extiende la llanura que tan sólo es interrumpida por algún pequeño cerro calizo como el de Cantazorras.El milano real, milano negro, cernícalo vulgar, busardo ratonero o águila calzada son algunas de las rapaces que anidan en los límites del pinar y buscan su alimento en la campiña.
A medida que el camino se introduce en el paraje de El Orán el paso se hace más lento por la abundante arena silícea que constituye un verdadero sistema de dunas fósiles.